Reflexiones
en torno a escribir,

PENSAR, SENTIR UNA ENSEÑANZA VIRTUALIZADA
DE GEOGRAFÍA EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Plumas invitadas internacionales

Carla Sebastiana Urra Matus

Profesora en Geografía. Especialista en Didáctica de las Ciencias Sociales con Mención en Geografía. Universidad Nacional del Comahue.

carlaurra_23@hotmail.com.ar

La enseñanza en tiempos de pandemia nos llevó a repensar nuestras propias prácticas docentes, los conocimientos, las relaciones con los y las estudiantes, las reuniones, las recreaciones, los cuidados, los espacios, etcétera. El poder transmitir más que un simple mensaje educativo, el reflexionar en torno al momento, la vida misma, la lejanía, pero también la cercanía. ¿Acaso la virtualidad desde una pantalla electrónica pudo reemplazar una clase? Creo que no, estamos en un tiempo de incertidumbre constante y es que cada día se vive diferente, la realidad es otra, el miedo y la esperanza en un sentir ambivalente. El presente ensayo pretende dar cuenta de la importancia de realizar un viaje hacia adentro, teniendo en cuenta que las tecnologías repercuten en nosotros, y la educación pasa a ser un privilegio para unos pocos, los que puedan acceder a una conexión que llegue y no que tenga que buscarse.

Desde Geografía, desde el desarrollo de secuencias didácticas o del simple hecho de intentar entramarla con lo que nos acontece, nos ayuda a pensar con otros lentes lo que nos rodea.

Estamos en ese año de vibración 4, y es que sumando sus números llegamos a eso, tal como las cuatro estaciones, los cuatro momentos del día, las etapas de la vida, los elementos: el fuego, el aire, el agua, la tierra. Y es que es aquí en la Tierra, en donde nos hemos visto movilizados y a la vez paralizados por este tiempo que nos llevó a “Quedarnos en casa”. ¿Todos?, creo que no… La pandemia que nos acontece en este 2020, nos encuentra en verdaderos contrastes de tiempos, de sujetos, de realidades. La Escuela, esa institución formadora de conocimientos, de amores, de

abrazos, de recreos y aulas llenas de presentes, pero también de ausentes. Esa Escuela, socializadora, contenedora, avasallada por circunstancias de diversas índoles, sucede desde casa. ¿Para todos? No. La conexión, en esa virtualidad disfrazada de que llega a cada rincón de los diversos Territorios de la Tierra se desvanece en el aire. Un antiguo discurso de Inclusión educativa desde el acceso a una computadora, parece ser el sueño de pocos.

Me permito traer a este ensayo una cita de Buenaventura de Sousa Santos: Todas las personas son sujetos de conocimientos y la inmensa mayoría define y ejerce sus prácticas con referencia a otros que no son el conocimiento científico. Sin embargo, vivimos en una época, la de la modernidad eurocéntrica, que otorga prioridad absoluta a este último y a las prácticas directamente derivadas de él: las tecnologías. Esto significa que la distribución epistemológica y vivencial del miedo y la esperanza está definida por parámetros que tienden a beneficiar a los grupos sociales con mayor acceso al conocimiento científico y la tecnología. (2016:91)

Nos encontramos alejados, y quisiéramos que una pantalla nos acercara, nos abrace, nos cante un feliz cumpleaños y

nos permita soplar la vela del deseo de que volvamos a vernos. Y es que en algún momento vamos a volver, cabe preguntarnos ¿A la normalidad?… Creo que no, y es que insistir en eso, es quedarnos en un pasado que mucho tuvo que ver para que hoy estemos así. Algo tiene que cambiar, algo tenemos que cambiar. ¿Qué será de nosotros en un pasado mañana? Podremos contar a las generaciones futuras que hubo un año, que tuvo ese 29 en su mes de febrero, como bisiesto, entre tantos otros, pero que el actual paralizó a todo el planeta, que nos vio a todos con cubre bocas, con cuidados en nuestras manos, y en el aire que respiramos. Será que nos vimos silenciados en el pensamiento y en la reflexión de intentar buscar la respuesta a ese ¿Por qué estamos así?

Algunos de nuestros estudiantes intentan llevar al día sus tareas, se conectan desde el wifi de las afueras de las escuelas, con los datos del teléfono personal, del tío/a la abuela, el vecino, la familia entera intentando dividir, mejor dicho, multiplicar “los tiempos” en el uso de las herramientas tecnológicas para intentar cumplir con. Otros decidieron desistir, abandonar. ¿Qué pasará por sus mentes? Muchas familias sin trabajo. Alejadas de poder rebuscárselas y salir a pelearla a la calle para llegar con una tira de pan. Y ves en la

JOHAN SERFONTEIN

tele que se extiende esa cuarentena interminable, casos activos, recuperados, muertos. Territorios que lo viven como una verdadera pesadilla y otros con esperanzas de que se puede salir de.

La pandemia se ha convertido en una amenaza global, pues la crisis sanitaria genera otra económica y social que afecta con especial intensidad a aquellas personas, colectivos y lugares más vulnerables, provocando nuevas desigualdades.

Resulta ser que el escenario que nos engloba está cargado de incertidumbres: educación, salud, trabajo, seguridad. Vuelvo, y me quedo con esto de que este presente es resultado de nuestro accionar, y del mal cuidado que hemos hecho a nuestra querida Tierra. Esa mapu que nos regala vida, momentos, paisajes, ciclos, sentimientos. Y que hoy está pidiéndonos que veamos con otros lentes todo lo que nos atraviesa.

Por suerte no todos pensamos iguales. Siempre hay dos caras de la misma moneda. Existen esos otros que solo intentan llenarse los bolsillos de avaricias, y riquezas que son innecesarias y siguen pensando en la destrucción del ambiente. ¿Qué pasaría si miráramos con otros ojos el cielo, el agua, el suelo… la vida misma? La cara del sol, iluminada por la creencia y la esperanza de que podemos estar mejor, pero en un mejor de convivencia los unos con los otros, con lo que nos rodea, con lo que nos contiene y nos hace ver alternativas otras para un mundo mejor, posible.

En una actividad virtual propuse a mi estudiantado reflexionar sobre ¿Qué relación existe entre Geografía y el Coronavirus?, un estudiante mencionó en su escrito que tenía mucho que ver, destacó que existen lugares que lo sufren más que otros, que es posible saber los sectores más vulnerados, secundario y terciario, refiriendo a las actividades económicas; pero sobretodo destacar que este COVID-19, no

discrimina ni sexo, ni raza, ni clase ni género. Estamos todos en esto, y juntos podremos salir adelante. No importa nacionalidad, gustos, preferencias, ideales. Hoy la verdulería, la hacemos desde casa, haciendo de nuestros patios y espacios huertas de vida. Y es que el desafío más grande y certero es que nos lleva a tolerarnos y sobre todo a respetar los tiempos. Este tiempo.

Ahí es donde te dices, qué sabio el Sr. COVID-19, nos permite estarnos, transitarnos, caminarnos a paso lento, deteniendo la aceleración de las cosas, las traslaciones, los 366 días de este año bisiesto. En un abrir y cerrar de ojos, intentas transformar tu pensar en decir, «¿Bastará con solo ver pasar los días, o hay algo más que debamos darnos como tarea?»

Hoy me encuentro escribiendo esto desde un mirar hacia afuera con la certeza de que hemos sido afortunados en alguna forma, desde el hemisferio sur nos encontró en pleno otoño a punto de perder las hojas, pasando por un frío invierno que nos hace ver paisajes escarchados de temperaturas y crecidas de ríos, esperando con ansias ese “coyun” brote de la tierra y cargado de colores con atardeceres más cálidos, una primavera de pájaros y mariposas.

Creo también que las emociones han sido importantes partícipes en esta especie de proceso que estamos transitando. El querer saber si nuestros cuerpos han cambiado, el largo de nuestros cabellos, la vuelta al sol en años, aprendizajes varios. El proponer leerte un libro, trasplantar un árbol, buscar un recuerdo en una foto, arreglar con hilo y aguja esa prenda de ropa, volver a escuchar esa canción que tanto te gusta, esa película que tanto te marco en alguna etapa de la vida.

Y es que, en cuestiones de etapas, a no todos nos encontró en la misma. Muchos niños y niñas se encontraron

encerrados y limitados de jugar en una plaza, adolescentes de mostrar sus primeros besos, adultos y ancianos con miedos. Creo que el miedo contagiarte, de sentir un síntoma, abundaron desde el primer día en que conocimos un poquito más de este virus. Ese virus que nos enseñaron en la secundaria, causante de enfermedades varias, nos encuentra hoy con una sociedad realmente enferma. Enferma de consumismos, de hipocresía, de dolores innecesarios, de sujetos que se creen tener la verdad absoluta, de contaminación, de extractivismos. Y así una innumerable lista de síntomas, algunos incurables.

Creo que siempre que nos enfermamos nos intrigaba y lo sigue siendo, saber ¿Cuál es la cura?, ¿Con qué remedio nos curamos?, ¿Qué podemos hacer para no sufrir tanto? No olvidarnos que la cura, siempre es uno mismo, la voluntad misma de estar mejor. Existen cosas que pueden ayudar, pero siempre desde un cambio de conciencia, de pensar, sentir, hacer, lograr. Lo mismo pasa con todo esto que estamos viviendo. Será momento de volver a las curas

GIFT HABESHAW

ancestrales, esas de yuyos, de plantas medicinales, en las que un dolor podía ser calmado. En ese tiempo en donde existía una relación de complementariedad entre lo natural y lo humano, y no de dominación. El virus es un pedagogo que nos está intentando decir algo. El problema es saber si vamos a escucharlo y entender lo que nos está diciendo. (De Sousa Santos, 2020).

Volvamos a las infancias, existe un cuento para acercarnos a esta pandemia: “Un pequeño bichito llamado coronavirus, era muy travieso y se movía de casa en casa porque quería conocer el mundo entero”. Es aquí donde nos damos cuenta que el mismo, no conoce de límites y mucho menos de fronteras, si de obstáculos. El alcohol en gel, la lavandina, el jabón, en sí, la limpieza. Esa limpieza de nosotros como personas. Y … ¿Del ambiente en el que vivimos? No creemos que una cura a esto es frenar la contaminación de nuestro entorno, de una limpieza y un cambio de perspectiva y de conciencia desde pequeños, pero sobre todo fomentado a aquella que está en las manos de nosotros como “grandes”.

Estaremos en una especie de crisis, de altos y bajos, de días en que habrá menos casos y otros más, en que pasaremos de una fase a otra, en la que las estaciones seguirán cambiando y la vida seguirá pasando. Toda crisis, tiene una solución, una fecha de vencimiento y un aprendizaje. Y es que así sucede con las relaciones amorosas, los duelos, las economías, los cambios en el clima y también en el tiempo. Las fases de la luna así lo hacen, y es que cada una de ellas nos permite captar diversas energías, cultivar, cosechar, pescar, saber si lloverá o no, etcétera.

Aunque nos veamos quietos, la mente trabaja a pasos agigantados, muchos de nosotros intentando salir de enfermedades terribles. Y ahora se nos suma esto. En nosotros esta ver de qué lado de la mecha nos encontramos, de qué lado de la cara de la moneda, en un posicionamiento

En nosotros esta ver de qué lado de la mecha nos encontramos, de qué lado de la cara de la moneda, en un posicionamiento pesimista-negativo o más bien positivoconstructivo.

pesimista-negativo o más bien positivo- constructivo. Tenemos claro de que después de cada tormenta, siempre vino la calma, salió el antu o el sol, y por ahí se dibujó un arcoíris. Esos colores que inundan en primavera pero que tenemos esperanza de que pueden inundar todas las vidas.

Con la educación pasará lo mismo, habrá un antes y un después. Este durante, se repiensa, se co-construye, se inventa, innova, recrea. Las voces son las mismas, docentes y estudiantes; los espacios diferentes, escuelas desde casa, de algún rinconcito, la habitación, el patio. No pasó lo mismo con los medios de comunicación, inundados de Zooms, de plataformas varias, de imágenes, videos, audios. Nos encontramos construyendo nuestros propios materiales didácticos, buscando libros y parcializando los conocimientos. La radio, pasó a transmitir programas con la transmisión de clases, conferencias, pensamientos de docentes que han agotado los medios para llegar a cada uno de sus estudiantes. “Podemos pensar en la ciencia social emancipadora como la teoría de un viaje desde el presente a un posible futuro. El diagnóstico y la crítica de la sociedad

nos dicen por qué queremos dejar atrás el mundo en que vivimos; la teoría de las alternativas nos dice hacia dónde queremos ir; y la teoría de la transformación nos dice cómo llegamos de aquí allí, esto es, cómo hacer factibles alternativas viables”.1

Nuevamente traigo aquí, la importancia de ver con otros lentes lo que nos acontece como humanidad, y seguir en el camino de búsqueda de nuevas respuestas que nos lleven a pensar que otro mundo es posible, si todos queremos. En la vida todo llega, todo pasa y todo cambia, como diría Eduardo Galeano “Somos lo que hacemos y sobre todo, lo que hacemos para cambiar lo que somos”. Nosotros mismos nos hemos ido acomodando a esos cambios que bien o mal nos han llevado a estar como estamos. Y es un desafío replantearnos nuestras propias prácticas docentes en este contexto que me atrevería decir llegó para quedarse de alguna u otra forma.


  1. Erik Olin Wright, Envisioning Real Utipias, 2010. (Traducción: Construyendo utopás reales, 2014). Citado en Méndez, R. (2020). Sitados por la pandemia. Del Colapso a la reconstrucción: apuntes geográficos. Revives. España.

Enseñar Geografía, ya no es lo mismo que antes, muchos nuevos temas han surgido, nuevas problemáticas, poder relacionarla con esto del Coronavirus desde diversas perspectivas ha sido un desafío importante e interesante. Darnos la tarea de trabajar con nuevas herramientas, de lograr que los estudiantes se interesen y logren continuar con el ritmo de clases es un objetivo firme, para no desengranar las aulas virtuales y cuando volvamos, volver a llenarnos de conocimientos compartidos.

Es en este momento, en una era totalmente digital, donde la brecha de las desigualdades es enorme, en donde todos no piensan igual, hacen igual, en donde se evidencia una pandemia segmentada ante los que tienen o no acceso a salud, educación, trabajo digno, vivienda, en donde debemos estarnos más unidos que nunca para afrontarla y dejar de verla como parches separados y entramarnos en la búsqueda de formas – otras de habitarnos desde cada espacio que nos constituyen. La Madre Tierra parece estar levantando la voz sobre las ruinas de la que era su casa para que pueda ser de todos, un hogar que los humanos modernos destruyeron impulsados por la codicia, la voracidad, la irresponsabilidad y, en el fondo, por la ingratitud sin límites. (De Sousa Santos, 2016: 93-94)

Es posible hablar de resiliencia, como fundamento de un proceso de reconstrucción, que puede definirse como la capacidad de adaptación positiva que muestran algunos territorios que se enfrentan a graves adversidades –como ahora un pandemia– para recuperarse y, mismo tiempo renovarse y así cobrar un nuevo impulso. Se tratará pues, de afrontar la nueva situación y adaptarse a ella, pero no de forma resignada e individualista, sino buscando alternativas basadas en una acción colectiva territorializada que permita una reconstrucción de la economía y la sociedad, acompañada de cierta capacidad de reinvención que evite, en lo posible, reincidir en errores pasados. (Méndez, 2020:155).

EMERY MEYER

Aquí me permito traer a mi escrito una categoría central para buscar esas pistas de cambio y de memoria ancestral, el “Kvme Felen” como sistema de vida del pueblo mapuce, el buen vivir, el cual surge en sus diversas manifestaciones como una propuesta para dar respuesta a la crisis capitalista, la cual es definida por algunos pensadores como crisis civilizatoria. Poniendo la mirada en lo comunitario y colectivo, advirtiendo umbrales verdaderamente emancipadores en donde se propone ir más allá de un simple mejoramiento en la “calidad de vida”, sino más bien de repensar la noción de desarrollo, las relaciones de género, de poder. En donde se priorice la Complementariedad, la cual postula que todos los seres que viven en el planeta se complementan unos con otros. ¿Acaso el buen vivir, más que una alternativa no sería una forma de vida? Y nos lleva a resignificarlo en este contexto.

Así como dice el dicho, “la educación empieza por casa”, hoy la escuela la hacemos desde ese espacio, reacomodado, desordenado como nuestros días y momentos; con

LUIS BARRÓN

limitaciones, con muchas dificultades; pero con mucha dedicación, amor, paciencia, con la bandera bien alta de sostener el poder volver a vernos, desde una virtualidad desconectada de la verdadera realidad que viven todos los estudiantes. Porque el futuro llegó hace rato, parafraseando una canción de una conocida banda argentina, el pasado con el tiempo se ha ido, y hoy, en este presente tan incierto, nos proponemos atravesar los umbrales que nos inundan de dudas para sobrepasarlos con nuevos pensamientos, formas de transmitir lo que sabemos, de aquello que queremos que sea perdurable. Es decir, una verdadera trasformación de nuestras mentes. No sabemos si esta pandemia, denominada COVID-19, llegó para quedarse, no tenemos la bola de cristal para saber cómo será el mañana. Por eso vivimos el día a día, y la pedagogía que propongamos es una totalmente distinta a la que llevábamos a las aulas desde la presencialidad, porque el estar presentes es algo que no se negocia, algo que no se puede comparar con nada. Hoy, atrás de esa pantalla, de esa computadora o celular; seguimos buscándonos, seguimos formándonos, seguimos queriendo superarnos y buscar otras alternativas. Porque si de algo estamos segurísimos es que las crisis, nos han dejado muchas enseñanzas, y aprendizajes. Y nuestros cuerpos, mentes y almas están conectadas más que nunca con lo que nos permiten seguir creyendo que otros mundos son posibles, en donde la Tierra no nos pertenece, nosotros pertenecemos a ella.

Fuentes de consulta
  1. Garcia Gualda, Suyai Malén (2016). Mujeres mapuce, extractivismos y Kvme Felen (Buen Vivir). La lucha por los Bienes Comunes en Neuquén.
  2. Mendez, Ricardo (2020). Sitiados por la pandemia. Del colapso a la reconstrucción: apuntes geográficos. Revives. Madrid.
  3. De Sousa Santos, Boanaventura (2016). La incertidumbre, entre el miedo y la esperanza. Del libro, La difícil democracia. Una mirada desde la periferia europea. Ediciones Akal. En revista Casa de las Américas N°285. Octubrediciembre/2016 pp.89-95.
  4. De Sousa Santos, Boanaventura (2020). Entrevista La crisis del Coronavirus. Revista Ethic. Junio 2020. https://ethic.es/entrevistas/boaventura-desousasantos-coronavirus/