El estrés laboral
afecta nuestro desempeño académico

Lenguaje y Comunicación

María
Elena
Arias A.

Profesora del Área de Talleres de Lenguaje y Comunicación, en las asignaturas de Taller de Comunicación I-II y TLRIID I-IV, con 35 años de docencia en CCH Vallejo, ha participado en diferentes grupos de trabajo, coordinado concursos de cuento para alumnos, actualmente es tutora de alumnos de sexto semestre.
mariaelena.arias@cch.unam.mx

Ser docente es una profesión de tiempo completo, que implica una gran responsabilidad y al mismo tiempo un

reto. Lo es, porque involucra una relación directa entre el profesor y el alumnado, con todos sus matices, pero destaca sin lugar a dudas el estado físico y mental de la planta docente, que día a día enfrenta diferentes desafíos y el principal de ellos, estar frente a nuestros alumnos, aun cuando no estemos en las mejores condiciones.

Para entender mejor el contexto de esta temática podemos decir que las clases presenciales tienen una dinámica particular, todas ellas se desarrollaban en el Colegio, con horarios definidos, con diferentes actividades, entre ellas: participaciones en grupos de trabajo, seminarios, elaboración de exámenes extraordinarios, tutorías, asesorías, evaluaciones, cursos, y un largo etcétera, incluso el horario para comer a veces era omitido por la urgencia del “deber hacer”.

Sin embargo, en febrero de 2020, fue un parteaguas en nuestras rutinas de trabajo, ya que la pandemia obligó a la ciudadanía a extremar los cuidados para evitar los contagios del COVID-19, por lo tanto, toda la comunidad del Colegio, nos vimos en la necesidad de resolver nuestras actividades de forma diferente.

¿Qué tan diferente? Para la gran mayoría fue algo radical, pasamos de un sinfín de actividades fuera de casa, a estar veinticuatro

siete por más de dos años, confinados a espacios compartidos y en ocasiones reducidos, en fin, con variantes de todo tipo, pero que antes no eran importantes, porque nuestro centro de trabajo era fuera de casa y ahora estaba dentro de ella.

Estos cambios empezaron a cobrar una factura en nuestra salud tanto física como emocional, teniendo que lidiar con las TIC y TAC de forma permanente para atender al alumnado y modificar sobre la marcha las estrategias que empleabamos para nuestras clases. Eso generó mucho estrés académico en la planta docente, los síntomas se presentaron de forma diferente en cada persona, a veces pasaban inadvertidos o como simples molestias, pero a la larga desencadenó otros malestares que acabarían por afectar nuestro desempeño académico.

¿Qué es el estrés laboral? de acuerdo con la investigadora, Leka, Stavroula (2004): “El estrés laboral es la reacción que puede tener el individuo ante exigencias y presiones laborales que no se ajustan a sus conocimientos y capacidades y que pone a prueba su capacidad para afrontar la situación”1.

El detonante del estrés en nuestras vidas, fue un cambio radical en las actividades y la adaptación a un nuevo estilo de trabajo, el malestar se manifestó casi de manera inmediata con dolores de cabeza, hombros y cuello, en la espalda baja, piernas, glúteos y sobre

todo las manos, porque no estábamos acostumbrados al trabajo continuo frente a una mesa o escritorio, también aparecieron los cambios súbitos en el estado de ánimo y el sedentarismo.

Nuestro cuerpo no estaba acostumbrado a esta nueva rutina por mucho tiempo, requiere de movimiento para activar la circulación y la flexibilidad, pero no era posible hacerlo porque teníamos que atender las demandas escolares.


1. Stavroula, L. (2004). La organización del trabajo y el estrés, p. 3
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Asimismo, en algunos casos, había profesores y profesoras que olvidaban hidratarse, tomar descansos entre una clase y otra, moverse, comer a sus horas. ¿Por qué permanecían tantas horas sentados frente a su computadora? Porque después de las clases seguían los cursos, para entender cómo funcionaban las plataformas, cuál de ellas se acoplaba mejor a sus necesidades, saber cómo colocar los temas o archivos de una clase, cómo evaluar, etc.

Stavroula plantea que “debido a las exigencias de nuestro entorno, es inevitable que exista presión en el trabajo… El estrés aparece cuando esa presión se hace excesiva o difícil de controlar. El estrés puede perjudicar la salud de los empleados y los resultados” p. 4. Es decir, nosotros los profesores, durante todo el tiempo que duró la pandemia estuvimos bajo presión, no solo laboral sino también familiar, lidiar con todo lo que ello implica nos ha llevado a presentar diferentes comportamientos a la hora de impartir de la clase. Tal vez no somos conscientes de ello, pero los alumnos sí. Por lo que debemos fomentar en principio, entornos favorables para el desarrollo de nuestro trabajo, “entendiendo como entorno laboral saludable, no solo aquel en donde hay ausencia de circunstancias perjudiciales, sino abundancia de factores que promueven la salud.”2

Visualicemos lo siguiente: antes de la pandemia ¿cómo eran nuestras actividades?, ¿cuál era nuestra actitud con los grupos?, ¿qué hacíamos para motivar el aprendizaje?, ¿cuánto tiempo nos llevaba preparar una clase?; durante la pandemia ¿ha cambiado nuestra actitud? ¿estamos motivados para dar clases? ¿alguien de nuestra familia o nosotros mismos nos contagiamos de COVID-19? ¿hemos perdido a familiares, amigos o alumnos debido a la enfermedad?, ¿cómo se puede impartir clases cuando no se tiene el ánimo para hacerlo?

Hablemos específicamente de los docentes, que en este sentido cargamos con los efectos emocionales de una pandemia, con el confinamiento prolongado en donde de pronto se limitó el contacto con nuestros pares y alumnos, es decir, la interacción social que es fundamental para nuestro desarrollo. Por otro lado, la vida familiar, que en cada caso es diferente y tiene sus particularidades, una de ellas, es el factor económico que desgraciadamente no ha podido resolverse del todo y desde luego temas más complejos como la violencia intrafamiliar, entre otros.

El estrés laboral es un problema silencioso que poco a poco afecta la calidad de vida de las personas y desde luego la productividad, resultado de lo que hemos vivido, por lo que es necesario advertir a nuestros colegas acerca de este padecimiento, porque se refleja en nuestra actividad frente al grupo, no se trabaja igual debido a los padecimientos que ocasiona, como por ejemplo el cansancio crónico lo que a su vez genera ausentismo en los docentes y por consecuencia bajo aprovechamiento en los aprendizajes de los estudiantes. Si bien es cierto, que el Modelo Educativo del Colegio3, promueve el aprendizaje autónomo de los alumnos, la falta de los profesores a sus clases, debido a este padecimiento si los afecta, porque no hay una actividad por desarrollar diseñada para que sea asíncrona. Los alumnos, en cualquiera de las modalidades que utilicemos para nuestras clases, requieren de la orientación, de una guía para saber qué tienen que hacer, despejar dudas, interactuar con sus pares en trabajos colaborativos, pero con la ausencia de los profesores, no hay aprendizajes.

Como tutora de alumnos de sexto semestre en CCH Vallejo, es común escuchar que no ha asistido algún profesor, que no saben nada de él o ella, que no contesta los correos y algunos de ellos que manejan redes sociales, las han descuidado, hay señales de ellos. La ansiedad se hace presente en los alumnos porque no saben lo que sucede con ellos y desde luego les preocupa sobremanera lo que pueda pasar con esa materia, porque no han tenido clases regulares.

Arturo Barraza menciona en su libro4 que:

“El estrés es un fenómeno esencialmente adaptativo que ha acompañado al ser humano desde sus orígenes; si se quisiera ejemplificar su presencia se podría plantear su aparición a través de un proceso constituido por tres momentos: a) percepción del peligro o amenaza; b) reacción de alarma y la acción generada como respuesta. en el ser humano una serie de reacciones que sirven como alarma del inminente peligro que se cierne sobre él, y c) una vez identificada la situación potencialmente generadora de peligro y estando el cuerpo preparado para actuar sobreviene la acción para conservar su integridad personal”

 


2. Ibidem, p. 4
3. D.G.E.N.C.C.H.-U.N.A.M. (s. f.). Modelo Educativo del CCH. https://www.cch.unam.mx/plandeestudios. Recuperado 23 de marzo de 2022.
RCHIVO FOTOGRÁFICO DIFUSIÓN CULTURAL CCH NAUCALPAN
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En este caso, podemos ubicar con claridad los tres momentos tanto en los alumnos como en los docentes; el estrés en los alumnos se presenta cuando la usencia del profesor es prolongada sin aviso previo, este hecho representa la percepción del peligro porque sienten que pueden perderlo todo, es un momento crítico que tiene su lógica, porque requiere la presencia del profesor para resolver, para saber qué puede hacer para evitarlo. En el segundo momento aparece el síndrome del estrés que genera una reacción ante la magnitud del problema, es decir, quedarse un cuarto año en la escuela, cuando no tendría que ser así, porque en ocasiones, ni siquiera han reprobado y por último está la fase de la acción, darse a la tarea de pedir apoyo a otros profesores, a su tutor o las instancias de la dirección para que le ayuden a resolver lo que, para ellos es grave, mientras lo resuelve sus niveles de estrés están muy altos y pueden desencadenar severos problemas de salud, tanto físicos como emocionales.

No sabemos las razones por las cuales un profesor pudiera dejar sin dar clases a sus grupos, tampoco los juzgamos; pero si debemos estar conscientes de lo que puede suceder en el grupo debido a nuestra ausencia.

¿Cuál podría ser la solución? Ser más empáticos con la problemática que existe en la planta docente del Colegio, todos hemos tenido experiencias que nos han marcado durante la pandemia, para muchos de nosotros no ha sido fácil dar clases virtuales, aun hay una resistencia natural al uso de las TIC y TAC, puesto que gran parte de los docentes son inmigrantes digitales5 y ha costado mucho esfuerzo y tiempo entender cómo utilizar las plataformas para nuestras clases.

Entender que el estrés que nos genera la incertidumbre de no saber que va a pasar cuando regresemos a clases presenciales solo agrava nuestra condición y en casos extremos culmina en depresión, lo que origina una serie de acciones que van en cascada y que si se pueden evitar.

Recordemos que los alumnos están en la fase más importante de su bachillerato, el egreso, por lo tanto, es nuestra responsabilidad asistir a clases de forma regular y cuando esto no es posible, buscar la manera de comunicárselos, de hacerles saber que por ahora no podremos estar presentes, pero que ellos pueden avanzar con algunas actividades que se hayan planeado, esta acción les dará tranquilidad y confianza.

¿Qué se puede hacer al respecto, cómo podemos mejorar nuestra condición?

Enfatizamos la necesidad de contar con un entorno laboral saludable, en donde existan factores que promuevan la salud, sí desde el interior de nuestras casas, que ahora son nuestras aulas, nosotros podemos ser los gestores de nuestro propio bienestar, porque si no hacemos algo al respecto esto saldrá fuera de nuestro control.

Hay varias propuestas que los expertos hacen y una de ellas la más viable para nuestro caso, es desarrollar una buena gestión de las actividades y una organización apropiada del trabajo, de esta manera podemos prevenir el estrés. ¿Cómo se puede lograr? Lo ideal es trabajar en la planeación de las clases, respetar los horarios de descanso entre cada clase, que pueden ser de 10 a 15 minutos, en este tiempo debemos levantarnos, hacer estiramientos suaves y aumentar la intensidad de forma gradual. No es aconsejable el ejercicio intenso, sobre todo si no hay un calentamiento previo, la idea es mantenerse activo, asimismo respetar el horario de comidas, tomar una colación (snack) de frutas o verduras y desde luego beber agua a lo largo de nuestra jornada. Parece mentira, pero con frecuencia nos olvidamos de la importancia de dormir y comer a nuestras horas: Hacer una actividad física contribuye considerablemente a bajar el estrés porque libera endorfinas que son las generadoras del bienestar, esto, desde luego no es una receta mágica, cada quien puede buscar ayuda profesional para superarlo. Puede ser de gran ayuda realizar ejercicios de respiración controlada, deben ser continuos a un mismo ritmo por lo menos durante cinco minutos, o cada vez que se requiera.

Lo descrito en este texto, es solo un ejemplo de los problemas con los que nos enfrentamos los docentes, es una propuesta para mejorar nuestra calidad de vida, porque nuestros alumnos se dan cuenta de lo que nos sucede, porque sin ser conscientes de ello, hacemos cambios en nuestras rutinas, el más drástico es la ausencia del docente, sin motivo alguno, ocasionado por el estrés, que incluso, puede desencadenar depresión.

Evitar al máximo estar en contacto con las redes sociales y los medios de comunicación que dan información tendenciosa, que, aunque parece que podemos controlar o saber que no es verdad, sí nos afecta, entender que nadie de nosotros sabe lo que pueda ocurrir, que el regreso a clases presenciales será progresivo y que no tenemos control sobre los acontecimientos, pero sí podemos empezar por nosotros mismos.


4. Barraza, A. (junio, 2020). El estrés de pandemia (COVID 19) en la población mexicana. Centro de Estudios Clínica e Investigación Psicoanalítica S.C, México. Disponible en http://www.upd.edu.mx/PDF/Libros/Coronavirus.pdf
5. Hace referencia a todo aquel nacido antes de los años 80 y que ha experimentado todo el proceso de cambio de la tecnología.