Alfabetización digital
de emergencia

Idiomas

Raquel Acosta Fuentes

Licenciada en Antropología Social por la Escuela Nacional de Antropología e Historia y Maestra en Lingüística Aplicada por la Universidad Nacional Autónoma de México. Es profesora de las asignaturas de inglés en la ENCCH-Vallejo, en donde también participa como asesora en la Mediateca del plantel. Tiene una antigüedad docente de 9 años.

raquel.acosta@cch.unam.mx

Introducción

La situación actual nos ha enfrentado con rapidez a lo que paulatinamente se planteaba como una forma alternativa a la educación. La necesidad de continuar los ciclos escolares en un contexto de distanciamiento social ha implantado, de forma generalizada, una modalidad de educación a distancia1 en donde se aprovecha cualquier recurso disponible, lo que ha traído consigo una multiplicidad de problemáticas que apenas comenzaban a recibir cierta atención. Una de estas situaciones tiene que ver con lo que se denomina alfabetización digital (digital literacy). Comúnmente se da por sentado que los jóvenes, en la actualidad, cuentan con habilidades inherentes para utilizar efectivamente las tecnologías que ofrece la modernidad. Sin embargo, el desenvolvimiento en el uso de la tecnología no tiene que ver con la edad, sino con el acceso, por lo que no todos los jóvenes tienen oportunidad de desarrollar estas habilidades2. Las escuelas públicas son espacios que han acercado el uso de tecnologías a una población mayor, no obstante, sus posibilidades de oferta han quedado rebasadas por los altos costos que implica mantener equipos y programas de formación actualizados. La situación para los docentes no está alejada de la que viven los jóvenes, pocos tienen acceso a adquirir equipos e invertir recursos para su formación personal. Sin embargo, de pronto, en esta situación de urgencia, las instituciones educativas exigen tanto a docentes como alumnos el autoaprendizaje veloz de habilidades tecnológicas para continuar con lo que hubiera ocurrido en las aulas.

  1. El concepto de educación a distancia no necesariamente se refiere a la educación que aprovecha los recursos de internet, es decir a la educación en línea o virtual, sino que se ha establecido a través de otro tipo de medios, no obstante, en este trabajo lo utilizamos como un término amplio que incluye a la educación en línea.
  2. Incluso en países desarrollados en donde los jóvenes tienen mayores oportunidades de acceso a la tecnología se ha señalado la necesidad de contar con una alfabetización digital explícita y planeada (Murray y Pérez 2014: 88).
El aprendizaje en la informalidad

Ante este vacío en las instituciones educativas, una de las alternativas para desarrollar habilidades digitales es el aprendizaje a través de medios como la enorme oferta de tutoriales que puede encontrarse en internet de forma gratuita. Diversos trabajos han resaltado que mientras los programas escolares están enfocados sólo a formar usuarios de las tecnologías, sin tener mucho éxito en esta tarea, el aprendizaje informal3 que recupera recursos en internet y es facilitado a través de las relaciones entre pares, favorece el desarrollo de la autonomía pues confronta a los usuarios con problemáticas que deben resolver al explorar la red y elegir recursos para el aprendizaje. De esta forma, al mismo tiempo, les permite dirigir su propia formación ya que son los propios usuarios quienes eligen las herramientas y las tareas para desarrollar su aprendizaje (McLoughlin y Lee 2010).

3. Que ocurre fuera de las instituciones educativas.

Como docentes, la capacitación digital nos reta a ser al mismo tiempo aprendientes y productores de estrategias y recursos que favorezcan el aprendizaje...

aprendizaje (McLoughlin y Lee 2010). A la vez, se ha subrayado que los materiales que se encuentran en la red no necesariamente son adecuados, un buen porcentaje de la información alojada en la internet no tiene fines educativos sino más bien comerciales, los cuantiosos tutoriales que abordan una infinidad de temáticas están más centrados en la publicidad de productos y servicios que en ofrecer verdaderas herramientas de aprendizaje. De forma que para beneficiarse de los recursos de la red los usuarios deben desarrollar otras habilidades, sobre todo el análisis y evaluación críticos de los materiales que se obtienen en este medio, habilidades que probablemente no se desarrollen en el contexto de la informalidad (Lotherington y Jehnson 2011). Con esto en cuenta resulta más claro que la alfabetización digital trasciende el hecho de ser capaces de utilizar aparatos de cómputo y los programas para operarlos. Entre las diversas definiciones de la alfabetización digital se ha puesto énfasis en tres principios fundamentales:

  • Habilidades y conocimiento para acceder y usar dispositivos de hardware y aplicaciones de software
  • Adaptación al entendimiento y análisis crítico de aplicaciones y contenido digitales
  • Habilidad para crear a través de tecnología digital (Media Awareness Network 2010, citado por Murray y Pérez 2014: 86).

Desde esta perspectiva la alfabetización digital aparece estrechamente relacionada con los objetivos principales de una educación crítica, es decir, que motiva el desarrollo de habilidades que le permiten a los estudiantes cuestionar contenidos, así como sus propias interpretaciones sobre éstos, problematizar y plantear alternativas. Como docentes, la capacitación digital nos reta a ser al mismo tiempo aprendientes y productores de estrategias y recursos que favorezcan el aprendizaje y conduzcan a que los estudiantes se vuelvan no sólo usuarios receptores sino también creadores de soluciones que resuelvan problemáticas de la vida real.

Nuevos escenarios, mismas responsabilidades

En este sentido, los docentes hemos recorrido ampliamente este camino. Es cierto que la situación actual ha forzado el aprendizaje del uso de tecnologías y la generación de materiales con velocidad, por iniciativa propia y haciendo uso de los recursos personales lo que ha significado grandes limitantes. No obstante, no se debe perder de vista que el diseño de estrategias didácticas (en cualquier medio, presencial o a distancia) requiere de una planeación y el planteamiento de objetivos de aprendizaje verificables para la cual estamos ampliamente preparados, la tecnología ofrece recursos y espacios innovadores que pueden ser explotados cuando se conocen las necesidades específicas que surgen a partir de la planeación de nuestras estrategias. Los objetivos que persiguen cada una de las actividades que preparemos guiarán la

elección de las herramientas adecuadas para su desarrollo o bien la búsqueda de recursos con los criterios que hayamos delimitado lo que facilitará esta tarea.

Las posibilidades que ofrece la red son muy amplias y se han transformado considerablemente, de ser un medio en donde se distribuía y recuperaba información ha pasado a ser un espacio que permite el uso de herramientas para transformar y producir información nueva, e incluso establecer comunidades a través plataformas que favorecen el aprendizaje colaborativo. Aparentemente, nuestras elecciones pueden realizarse en un medio enriquecido en donde los recursos disponibles no sólo se han diversificado, sino que empiezan a mostrar potencial para reducir la brecha entre educación presencial y a distancia. No obstante, es justo esta situación la que nos hace devolver la mirada a la responsabilidad de las instituciones educativas, que en un contexto de emergencia han delegado las decisiones y la implementación de cursos a los docentes en la individualidad, y han dado por hecho el involucramiento de los estudiantes.

Desde muchos niveles, el establecimiento de un modelo de educación a distancia aún cuando sea temporal, depende de la organización y coordinación de los diferentes sectores de las instituciones de educación. La selección de los sistemas para el manejo del aprendizaje o las plataformas educativas debe responder con fidelidad al modelo educativo que persigue la institución, no se trata de una decisión sin importancia, y aunque el inicio de la pandemia forzó al establecimiento de soluciones prácticas, por lo que, por ejemplo, se solicitó a los docentes la utilización de los recursos que conocieran o tuvieran a su disposición para darle continuidad a los cursos, en el futuro cercano es una tarea que debe ser apoyada por las instituciones de educación y fundamentada en un cuidadoso análisis de los recursos

VALERIA CASTORENA

con los que cuenta tanto la población estudiantil como el profesorado sin perder de vista los principios del modelo educativo; la capacitación de docentes y alumnos debe surgir del análisis de las habilidades digitales con las que éstos cuentan, y debe plantearse como un programa de formación continuo en donde los tres principios de la alfabetización digital puedan ser desarrollados, y no como cursos desarticulados sobre tecnología. De igual importancia, para el sostenimiento de todas las actividades educativas a distancia, las instituciones deben garantizar que personal calificado esté disponible para orientar tanto a profesores como alumnos en el manejo de las tecnologías al momento de uso.

Comentarios finales

Todo mundo espera dejar atrás la situación actual y volver a la normalidad, sin embargo, la pandemia ha dejado un antecedente que no permitirá que volvamos a las aulas y apaguemos los equipos. Por una parte, el panorama futuro plantea que la reducción de las posibilidades de contagio del nuevo virus implica tiempos prolongados por lo que distintos modelos de educación a distancia o híbridos (presenciales-a distancia) se implementarán a pesar de nuestra añoranza por regresar. Por otro lado, y más importante aún, las amenazas de nuevas crisis en materia de salud, las crisis económicas y las reducciones de recursos para la educación apuntan hacia la permanencia de los modelos a distancia como recursos capitalizables que transformarán radicalmente los esquemas anteriores. En este panorama, como docentes, al conocer y discutir qué es lo que la tecnología ofrece, podremos seguir incidiendo decisivamente en la formación de los estudiantes. Así mismo, las instituciones de educación deben hacer un esfuerzo de planeación en la crisis y coordinar esfuerzos sistemáticos encaminados a la alfabetización digital tanto de profesores como de estudiantes en un programa continuo.

Fuentes de consulta
  1. Lotherington, H. y Jenson J. (2011) Teaching multimodal and digital literacy in L2 settings: new literacies, new basics, new pedagogies. Annual Review of Applied Linguistics, 31:226–246.
  2. McLoughlin C. y Lee M.J.W. (2010) Personalised and self-regulated learning in the web 2.0 era: international exemplars of innovative pedagogy using social software. Australas JEduc Technol, 26(1): 28–43.
  3. Media Awareness Network. (2010). Digital literacy in Canada: From inclusion to transformation. A submission to the Digital Economy Strategy Consultation. Disponible en http://www.ic.gc.ca/eic/site/028.nsf/eng/00454.html
  4. Murray, M. C., y Pérez, J. (2014). Unraveling the digital literacy paradox: How higher education fails at the fourth literacy. Issues in Informing Science and Information Technology, 11: 85-100. Disponible en: http://iisit.org/Vol11/IISITv11p085-100Murray0507.pdf