La vida es un hilo de estambre en el carrete. Pandemia y docencia

Life is a worned thread on the reel. Pandemic and Teaching

Lenguaje y Comunicación

Felipe
Sánchez
Reyes

Es autor de los libros: La hechicera pasional de Teócrito (UNAM-CCH, 2021); Poesía erótica: Safo, Teócrito y Catulo (edición bilingüe, UNAM-CCH, 2020); Teócrito: poemas de amor, desamor y otros mitos (edición bilingüe, UAM-A, 2019); Pétalos en el aula. La docencia, lecto-escritura y argumentación (UNAM-CCH, 2018), Totalmente desnuda. Vida de Nahui Olin (Conaculta IVEC, 2013); y coordinador desde 2019 de la Colección Bilingüe de Autores Grecolatinos, para el Bachillerato de la UNAM (UNAM-CCH). Es profesor Titular “C” del CCH Azcapotzalco, donde imparte las materias de TLRIID y Griego.
felipe.sanchez@cch.unam.mx

Resumen
En este artículo abordo dos temas centrales dentro de nuestra vida docente actual: la pandemia que arrasó con la vida de nuestros compañeros, familiares y amigos; y las actividades académicas que implementamos en nuestros cursos y que vinculamos con ella. Para desarrollar esta experiencia personal y académica, dividí el artículo en cuatro apartados: pandemia y docencia, docencia y escritura, clases presenciales y percepción del regreso a clases.
Palabras clave: docencia, pandemia, experiencia personal.

Abstract
In this article I address two central issues in our current teaching life: the pandemic that devastated the lives of our classmates, family and friends; and the academic activities that we implement in our courses and that we link to it. To develop this personal and academic experience, I divided the article into four sections: pandemic and teaching, teaching and writing, face-to-face classes, and perception of going back to school.
Keywords: teaching, pandemic, personal experience.

Mi paso por las aulas amorosas del plantel se detuvo dos años. Mi paso por la lectura y escritura se intensificó en la pandemia: leí, escribí ensayos y libros como alucinado, para evadirme de la realidad atroz que vivíamos personal, social y mundialmente. Luego, mi paso por la vida se interrumpió un instante en el segundo semestre. Después de mi contagio por la epidemia universal, de unas semanas de cama y un mes de intenso tratamiento médico, recobré mi aliento u oxigenación perdida, pero no las fuerzas ni los kilos.

Aún desmejorado, torné a las aulas y me encontré frente al monstruo divino de cincuenta cabezas de mis alumnos en la plataforma. Ellos me recibieron en el segundo semestre -marzo del 2021- en publicaciones de Teams con su expresión llena de sorpresa y frase gozosa, efusiva: “¡¡Felipe está vivo!!”. Ellos, con su paciencia y miradas alegres, palabras de aliento y rostros sonrientes, me ayudaron a recobrar mi salud física, mental y sensibilidad. Además, reforcé mi amor docente por ellos, para ayudarlos a convertirse en mejores estudiantes y seres humanos.

Hoy aún recuerdo y rememoro sin inquietud ese momento que llegó y nos sorprendió, porque, aunque nunca lo esperábamos, lo temíamos, pues jamás nos había pasado, salvo en la Edad Media o en las películas. Esos dos años aceleraron el reloj de nuestras vidas en un pestañear de ojos y resultaron cruciales en nuestra vida docente. Alguien nos puso en las manos cerradas la tecnología educativa sin esperarla ni desearla, y nos colocó, aquí y ahora, frente al dilema: o nos preparamos en pocos días en las nuevas herramientas docentes o nos jubilamos, o entras o te sales del mundo virtual y de la actual docencia. Unos decidieron salirse y jubilarse. Yo decidí quedarme, adquirir nuevas herramientas tecnológicas y obtener experiencias que enseguida te contaré paso a paso.

Uno: pandemia y docencia. Iniciaré por los dos años de vida recluida y por el espejismo virtual tras la pantalla de mi estudio. Mis ojos observaron el mundo exterior a través del ventanal de mi casa, del filtro del monitor o de la pantalla cristalina que nos apantalló, asombró y permitió establecer contacto con el mundo externo. Entonces pensé como Alejandro Magno en su lecho de muerte: “Nunca estuve tan inactivo. ¿Qué es la felicidad? Miras hacia atrás y descubres que la felicidad estaba en el hacer, nunca en el pensar”. Sin embargo, a fuerza del encierro, practicamos y aprendimos la frase del filósofo griego, Sócrates: “conócete a ti mismo”.

Durante los dos ciclos escolares 2020-2021 y 2021-2022, asistí, en los meses previos al inicio de las clases, a dos cursos sobre el uso de Teams y Zoom, para conocer y familiarizarme con estas herramientas. También, me apoyé en un familiar, experto en estas nuevas herramientas tecnológicas que, con su experiencia, me aclaró las dudas que se me presentaron durante las sesiones del primer curso: programar las citas, compartir pantalla, uso de la pizarra, crear las salas para formar los equipos del grupo, como en las clases presenciales, y evitar que chatearan.

En ese momento todos nos sentíamos encarcelados en nuestra propia casa. Nuestros saludos con los amigos cercanos consistieron en agitar la mano frente a los otros, no tocarlos ni abrazarlos cálidamente, por temor a la pandemia que nos deshumanizó. A ello, aumentemos las noticias fatales de los mass media que, como depredadores del ser humano y arpías hambrientas, incitaron nuestro temor. También las muertes de nuestros familiares y de vecinos que se presentaron diariamente sobre nosotros.

Yo me enfermé y me aislé durante un mes. Mis alumnos también enfermaron, durante las sesiones virtuales, colocaron una cortina para separarse del contacto con su familia y nos mostraron sus rostros demacrados, pálidos, pero atentos a la clase y a la sonrisa de sus compañeros. O bien, me informaron la causa de su inasistencia al aula: “acaba de fallecer mi papá o mi abuelito”, el único sustento familiar que dejaba a mis alumnos desamparados. Todos nos hallábamos enfermos emocionalmente y desmoralizados, hasta que llegaron, como antídoto celestial, las tres vacunas.

En cuanto a mis alumnos, al inicio no todos presentaron sus rostros, argumentado excusas ¿inocentes, bobas?: “no estoy presentable, no tengo cámara, mi cámara está descompuesta”. Esto me orillo a informarles los valores UNAM, objeto de aprendizaje de nuestra asignatura: respeto, compromiso y responsabilidad (Programas de Estudio, 2016; 29, 33) con nosotros y con los otros. Los concienticé en cuanto a la importancia de su presencia, rostro y autoestima en la pantalla en mi materia, porque a través de sus gestos o preguntas, yo supe si entendían y si me seguían en las instrucciones que les proporcioné para elaborar su lectura, escrito o actividad de la sesión. También les informé que, si no mostraban su rostro en la pantalla, los eliminaba de esa sesión.

En las charlas con mis compañeros, algunos profesores tampoco presentaron su rostro, como actualmente sucede en los cursos virtuales intersemestrales para docentes -deducción: si ellos hoy no presentan sus rostros, tampoco se los exigían a sus alumnos; no educaron ni se comprometieron con sus alumnos, olvidaron su madurez, profesión y función ante ellos y el Colegio: educarlos- y les dejaban tareas o se lamentaban de que sus alumnos no mostraran su rostro. Olvidaban la aseveración de Stefan Zweig: “no basta con que se haya encontrado a un maestro y se haya hablado con él. Para saber cómo es hay que haberle visto enseñando a sus alumnos (Zweig, 2018: 37)”.

¡Pero ellos no hicieron nada por modificar ese error! Ambos se fomentaron y esclavizaron a la baja autoestima y a la pésima actitud de no mostrar sus rostros, seguramente por comodidad de ambos. La mayoría de mis alumnos asumieron su responsabilidad, trabajaron con ahínco y aprendieron, escribieron y leyeron cuentos y novelas, expusieron temas ante el grupo y fueron evaluados, y sus escritos respetaron los lineamientos de la calidad universitaria.

Dos. Docencia y escritura. Debo aclarar que mis clases virtuales fueron de dos horas, no de media hora o sólo el tiempo para asignarles actividades de tarea, como sugerían algunas autoridades o lo efectuaron otros. Desarrollé las habilidades de lectura y escritura, de investigación en la red y exposición oral, pues de esta última asegura Gloria Sanz “la práctica es un requisito ineludible para conseguir un buen dominio de la expresión oral frente a un grupo.

[…] El aula es un entorno privilegiado para la práctica de la expresión oral (Sanz, 2005: 22)”. A veces trabajé en forma individual, en pareja o equipos de cuatro o cinco integrantes que investigaron y expusieron ante el grupo. Destiné durante el ciclo escolar un mes a cada unidad con sus respectivas evaluaciones escritas y orales. Cada alumno leyó más de doce libros de literatura ‒uno cada quince días‒, vinculados con poemas y de divulgación científica, cuentos y novelas. Porque el filósofo español, Antonio Marina, como todos los amantes de la lectura, afirma “la lectura tiene la capacidad para enamorar, divertir, consolar y también para aterrorizar y desesperar (Marina y de la Válgoma, 2008: 18)”

En la tercera sesión del primer semestre de cada ciclo escolar, redactaron un examen Diagnóstico, en equipos de cuatro o cinco personas, con preguntas vinculadas con la situación que nos aquejaba a todos: la pandemia. Elaboré el Diagnóstico, porque el especialista Airasian asegura: “la impresión inicial acerca de los alumnos tiende a mantenerse estable en el tiempo. En general, las predicciones hechas al inicio del año sobre el desempeño académico de los alumnos son bastante acertadas (Airasian, 2003: 32)”.

Y redactaron su texto porque, manifiesta Jean Paul Sartre, “escribir es aumentar con una perla la cruz de las Musas, es atraer sobre los hombres la bendición del Cielo con una misa solemne (Sartre, 2005: 153)”. Pues, a través de las palabras escritas en el libro, nos llegan reminiscencias infantiles de la voz de nuestra madre al oído que, para dormirnos, nos contaba cuentos, relatos, como el poeta Homero a sus escuchas. Si la escritura fija y petrifica las ideas, los libros cristalizan la palabra, pues el oficio de pensar el mundo existe gracias a los libros y la lectura. Si el libro, remata Jorge Luis Borges, es una extensión de la memoria y de la imaginación, “la expresión de la individualidad pertenece a la escritura”, cierra Irene Vallejo (Vallejo, 2021: 96).

Éstas fueron las tres preguntas que redactaron de tres a cuatro párrafos en equipos: qué me ha dejado el covid en mi familia y amigos; qué pienso de la escuela presencial y virtual en la plataforma; y cuál ha sido mi primera impresión de la escuela virtual y de mi grupo. A través de ellas, yo pretendí conocer si habían tenido pérdidas, cómo habían enfrentado con su familia el encierro, si habían practicado el ejercicio físico para eliminar la angustia o el estrés, o despertado la creatividad, así como su estado anímico y disposición escolar en mi materia.

¿Qué encontré en las palabras de sus textos? En torno a la pandemia, algunos manifestaron la pérdida de abuelitos, tíos o padres, que los dejaron anonadados, tristes, pues descubrieron a muy temprana edad la muerte, no tal como se las planteaban las películas o revistas, sino en su realidad cercana. Otros, los menos, convivieron más con sus padres y hermanos, dibujaron en sus cuadernos y leyeron novelas recomendadas por el marketing.

En torno a la materia, descubrí que, en la mayoría de los equipos, unos carecieron de la estructura del texto. Pues aún desconocían que “todo texto bien construido comprende esquemáticamente tres partes: una introducción sintética, un desarrollo analítico y una conclusión sintética (Timbal-Duclaux, 1998: 74)”. Pues al escribir se apela a dos talentos: la creación y la crítica.

Emplearon oraciones sin puntuación, párrafos de dos líneas, ideas incompletas, mala ortografía y textos telegráficos. Sus cuatro párrafos que debían aparecer en una y media o dos cuartillas, ellos los redujeron a dos o tres líneas por pregunta. Otros, emplearon información repetida o inconexa, así como el léxico de sus programas televisivos –“haz de cuenta, tú sabes,”–, frases como si chatearan –“xq, xd, etc.”–, desconociendo las reglas de los textos universitarios. Tampoco aplicaron las comas o puntos en las oraciones ni proporcionaron orden a sus ideas, como si tuvieran caos y diarrea mental. Y otros, pocos, se apegaron a los párrafos solicitados, pero sin la aplicación de las reglas gramaticales. De modo que dominaron los escritos carentes de estructura y reglas gramaticales.

¿Cómo enfrenté y resolví la estructura del texto, la puntuación en las oraciones, los párrafos, ortografía y escritura en ambos semestres? Primero, les mostré ejemplos de los pocos compañeros de su grupo que se apegaron a la estructura y redactaron bien, apliqué el uso de la puntuación en las oraciones y de los párrafos por medio de la lectura de un texto breve, así como la revisión de dos capítulos del libro de Daniel Cassany (1998: 82- 101). Después de esta introducción a mi materia, les solicité que integraran esos elementos en todos sus escritos posteriores: estructura, ortografía, puntuación, párrafos, elementos que tomé en cuenta para evaluar sus textos en ambos semestres. Ellos superaron sus errores iniciales, a partir del segundo mes, a través de las lecturas constantes y escritos.

Tres: clases presenciales, 2022-2023. Después de dos largos años de ausencia, nos hallamos por primera vez a la entrada principal de la escuela y la pisamos, nos introdujimos por los brazos abiertos de la amada que nos esperaba ansiosa. Vimos en la explanada y en los pasillos multitud de rostros joviales, alegres, en plena primavera de su vida. Sus ropas coloridas nos sonrieron llenas de regocijo, nos inundaron de gozo y alegría, y nos olvidamos del dolor pasado.

Luego, cuando entramos al aula, miramos sus ojos vivaces y rostros tímidos o alegres, sus peinados de moda y tintes coloridos, su enorme deseo de socializar con sus compañeros y de aprender de nosotros, ¡ellos nos contagiaron el florecimiento de sus vidas! A partir de ese instante entramos en contacto con el mundo real, con el rostro de ellos frente al mío, con sus muecas y gestos. Nos saludamos con la mirada radiante, nos sonreímos, tocamos las manos y hombros, nos abrazamos y rozamos nuestras mejillas. Al fin recobramos el centro de nuestra vida y el gozo de vivir. Este contacto con el mundo real carece de los artificios de las pantallas virtuales.

En la segunda sesión del ciclo escolar 2022- 2023, apliqué por equipos de cinco integrantes un Examen Diagnóstico, escrito de cuatro a cinco párrafos, a mis alumnos de TLRIID I con estas cuatro preguntas: Qué me ha dejado el covid a través de mi familia y amigos; qué visión me ha formado el covid acerca de la vida y del ser humano; qué actividades desarrollé en estos dos años para no aburrirme; y qué pienso de la escuela presencial y virtual. Ellos las discutieron en 10 minutos, las redactaron por equipos y me las entregaron para evaluarlo. Los resultados fueron similares a los del año anterior.

En el caso de mis alumnos de griego, quinto semestre, que llegaron al plantel, lo conocieron y pronto se marcharán, abordaron algunas de las cuatro preguntas anteriores y se centraron en su conclusión: la escuela presencial y virtual. Sus escritos, primero, los leyeron en clase, después me los entregaron y los evalué, de acuerdo con los lineamientos del escrito.

Cuatro. Percepción del regreso a clases. A continuación integro una parte de tres testimonios de mis alumnos de Griego. Contiene título, nombre, grupo y fecha. En ellos manifiestan su percepción del regreso a clases, así como su valoración de las clases virtuales y presenciales.

MI ETAPA ENCAPSULADA. Martinez Garcia Vania Regina, Grupo 552, Fecha:16-agosto-22 . Ahora me enfrento al mundo. De la noche a la mañana me encuentro cursando mi último grado de preparatoria. Al inicio me costó subir al camión comenzar mis viajes sola y, aunque aún lo sigo haciendo con miedo y todo, sé que lo voy logrando. Esto me hace ver, como si el Covid-19 hubiera encapsulado esta etapa y la guardó, y ahora me la deja caer toda en un solo instante. Conocí a mis maestros y compañeros detrás de la pantalla, una foto o algunos filtros. Actualmente tengo una mejor convivencia con mis compañeros en clase y aprovecho al 100% los recursos y oportunidades que me brinda el CCH Azcapotzalco. Para concluir, prefiero las clases presenciales, disfrutar, temer, ver más allá, no estar atada ni hacer mi vida dentro de cuatro paredes. Quiero disfrutar de esta última pequeña etapa de mi vida y de las oportunidades escolares que me proporciona mi plantel.

SOLO SERÁN DOS SEMANAS. Guzmán Meza Ximena. Griego 552, martes 23 agosto 2022. Me encontraba de vacaciones, cuando por casualidad leí la siguiente premisa: “Oficialmente todas las escuelas de la UNAM regresan a clases presenciales”. ¡Me emocioné muchísimo! ¡De verdad, tenía ganas de asistir al CCH, sentía miedo, pero era más grande mi emoción! Por fin llegó el día de iniciar el quinto semestre. Mi primera impresión fue que había muchísima gente. No entendía cómo cabían tantas personas ahí, pues las veces que había ido al plantel, se veía muy vacío. Al asistir a mis primeras clases, me di cuenta de que la pandemia me cambió, dejé de participar tanto y me volví introvertida. Aun así, estoy tratando de disfrutar mis clases. Para terminar, asistir al plantel se encuentra por encima de las clases a distancia y lo único bueno que me dejaron éstas fue encontrarme conmigo misma. Las clases presenciales me gustan mucho: hablar con mis profesores y compañeros cara a cara lo extrañaba. La vibra del CCH se siente muy bien, en cuanto entras, te das cuenta de que no es una escuela como las demás. Aquí me siento libre y muy feliz. Definitivamente ¡vale la pena el cansancio de trasladarme del EDOMEX a la CDMX!

 

LA GRAN CARRERA DE MI VIDA. Zeferino Hernández Oswaldo, Griego 552, 16/ago/2022. Tuvo que pasar dos años, para que visitara estas hermosas instalaciones, llenas de nostalgia, felicidad y tristeza. Aún recuerdo la última vez que asistí a clases antes del maldito COVID-19. Aquellos amigos que tenía jamás los volví a ver. Ahora es una nueva experiencia y me llena de emoción conocer a nuevos compañeros. Para concluir, me gustan mucho las clases presenciales, ya que la esencia de la comunidad ceceachera es muy especial. El único problema que se me presenta es que llego a mi casa muy tarde. Mientras que durante las clases en línea, lo bueno era que no gastaba ni un peso para asistir a clases, pero no aprendí lo suficiente.

Así, ellos, a través de sus palabras meditadas, no sólo descubrieron sus emociones encapsuladas en dos años de pandemia. También padecieron y valoraron las dos formas de docencia, y manifestaron su preferencia por las clases presenciales a las virtuales, porque les resultan más humanas y emotivas para su etapa vivencial.

Para terminar, en el mes de septiembre por la noche, llegó hasta mi clase de griego de la planta alta la algarabía, risas y gritos de chicos y chicas en la jardinera de abajo. Al salir de mi clase a las nueve de la noche, caminé por el estacionamiento del plantel y vi en las jardineras de la Biblioteca a los jóvenes alegres, abrazados y besándose en sus labios. ¡Disfrutaban el placer de vivir jugando y cantando, dialogando y abrazándose, en plena armonía con la atmósfera de la noche fresca y apacible! Me recordó el destello alegre y fugaz de nuestra juventud y de nuestras vidas que se van rápido como el hilo de estambre en el carrete.

Considero que debíamos vivir esa experiencia durante dos años, para conocernos internamente, para recuperar el amor por la libertad y la naturaleza, por la vida y por nosotros; aunque ahora aparecen algunas secuelas emocionales y psicológicas. Ahora nos percatamos de la importancia del contacto cariñoso, visual y táctil, de la vida social y del afecto; en lugar de la pantalla pongamos el corazón de por medio.¡La vida debemos vivirla y gozarla, meditarla y dejarla, como testimonio escrito en las líneas de estas hojas, donde corre la tinta fugaz que con el tiempo se va difuminando poco a poco, como nosotros!

Fuentes de consulta
1. Airasian, Peter (2003). La evaluación en el salón de clases. México: Mc Graw Hill.
2. Cassany, Daniel (1998). La cocina de la escritura. Barcelona: Graó.
3. CCH-UNAM (2016). Programas de Estudio, TLRIID. México.
4. Marina, Antonio y María de la Válgoma (2008). La magia de leer. México: Paidós.
5. Sanz, Gloria (2005). Comunicación efectiva en el aula. Técnicas de expresión oral para docentes. Barcelona: Graó.
6. Sartre, Jean Paul (2005). Las palabras. Buenos Aires: Losada.
7. Timbal-Duclaux, (1998). Escritura creativa. Técnicas para liberar la inspiración y métodos de redacción (trad. Asensio
Moreno). Madrid: EDAF.
8. Vallejo, Irene (2021). El infinito en un junco. Madrid: Siruela
9. Zweig, Stefan (2018). El misterio de la creación Artística. Madrid: Sequitur.