El trabajo colaborativo
virtual como metodología

INCLUSIVA DE APRENDIZAJE EN
TIEMPOS DE COVID-19

Plumas Invitadas Internacionales

Ximena Alvarenga Fournier

Docente de la Escuela de Ciencias Políticas, de la Universidad de Costa Rica desde el 2018. Lic. en Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica; estudiante de la Maestría en Entornos Virtuales de Aprendizaje, de la Universidad Técnica Nacional, Costa Rica.

ximena.alvarenga@ucr.ac.cr
xalvarengaf@gmail.com

Introducción

El tradicionalismo pedagógico en el cual la persona docente tiene un papel protagónico en los procesos de aprendizaje pareciera no ser el más adecuado en un contexto actual de confinamiento social que implica una adaptación hacia métodos de enseñanza desde la virtualidad.

Aquella unidireccionalidad, en la cual el/la profesor se dedica a hablar y el estudiante a escuchar, abruma el proceso de aprendizaje del estudiantado a través de las pantallas. Este escrito aboga por un cambio de paradigma en la educación superior, y en particular en los métodos de enseñanza virtual, en la cual se privilegie el trabajo colaborativo en donde el/la estudiante tome un rol protagónico de su propio proceso de aprendizaje; bajo una filosofía del “saber hacer”. Lo anterior, supone ciertas pautas metodológicas de aprendizaje y, con ello, una caracterización del rol de la persona docente y del/la estudiante en el proceso.

Para ello, en un primer momento se desarrolla conceptualmente el trabajo colaborativo y sus características. Posteriormente, se presenta a modo de ejemplo, un ejercicio académico bajo esta metodología a partir de cinco pautas claves. Este ejercicio fue realizado en el marco del curso Teoría Política Contemporánea, de la Escuela de Ciencias Políticas, en la Universidad de Costa Rica, durante el primer semestre del 2020, con estudiantes de pregrado. Y, finalmente, se presentan las conclusiones extraídas de esta experiencia, con un especial énfasis hacia las ventajas que ofrece el trabajo colaborativo en la virtualidad.

SHARON MCCUTCHEON
El trabajo colaborativo

El trabajo colaborativo se basa en una perspectiva constructivista del aprendizaje, cuyo propósito fundamental es el considerar a este último como una experiencia social, en la cual el lenguaje es la herramienta central para mediar la interacción entre el/la profesor/a y los/ as estudiantes, así como entre el estudiantado (Barros & Verdejo, 2001).

De forma general, Stoner (1996), define al trabajo colaborativo como la interacción e influencia entre dos o más personas para el logro de un propósito en común. El trabajo colaborativo supone una interdependencia positiva, en la que las personas estudiantes experimentan un sentido de participación y corresponsabilidad por el aprendizaje propio y el del grupo (Martínez, 2015).

Por lo tanto, cada una de las personas involucradas en un trabajo colaborativo perciben que pueden lograr el objetivo solo si sus demás compañeros/as alcanzan los suyos. El trabajo colaborativo, en las dinámicas de aprendizaje, supone la consecución de actividades y metas en conjunto entre diferentes personas para maximizar su aprendizaje y el de las demás partes involucradas. En donde, además, se

favorece una construcción colectiva de nuevos conocimientos y significados (Martínez, 2015).

La intencionalidad de este tipo de aprendizaje es que se logren “sinergias” en el proceso. Es decir, que el resultado colaborativo de las personas estudiantes participantes sea mayor que la simple suma de sus partes. Y que, además, se logren mejores y mayores resultados a que si el proceso de aprendizaje se realizara de manera individual (Lillo, 2013).

El trabajo colaborativo permite, por lo tanto, centrar el proceso educativo en el aprendizaje y no en la enseñanza. Lo anterior debido a que la meta primordial de este enfoque es que los/as estudiantes adquieran competencias interpersonales que permitan y faciliten la interacción social y la cooperación (Santana, et al, 2019).

Esto implica un cambio de paradigma en cuanto a las metodologías didácticas tradicionales, en las cuales el rol protagónico lo toma el profesor/a quien se encarga de trasmitir el conocimiento de manera unilateral. Y, en donde, además el estudiante se presenta como un simple receptor de la información de manera muy individualista.

El trabajo colaborativo implica que los/as estudiantes sean los protagonistas de sus aprendizajes, por lo tanto, el rol de la persona docente es el de guiar y mediar este proceso. Lo anterior supone que, la mayor parte de la responsabilidad de instruirse, recae en los/as mismos estudiantes; quienes deben comprender, analizar y crear sus propias ideas, con la facilitación que le proporcione la persona docente (Paz, 2000). Para lograrlo, la metodología del profesor/a persona debe de mostrar flexibilidad ante la colaboración y participación activa de los/as estudiantes (Bretones, 2008).

¿Cómo entender el trabajo colaborativo en la virtualidad?

El contexto de la virtualidad, lejos de dificultar la ejecución de actividades de tipo colaborativo; los potencia. Lo anterior debido a la amplia posibilidad de herramientas y aplicaciones tecnológicas de comunicación, interacción y construcción colectiva a distancia, tanto de manera sincrónica como asincrónica.

Así, el aprendizaje colaborativo en la virtualidad se define como el:

“Proceso donde interactúan dos o más sujetos para construir aprendizaje, a través de la discusión, reflexión y toma de decisiones; los recursos informáticos actúan como mediadores psicológicos, eliminando las barreras espacio tiempo [resaltado propio].” (Chávez, 2014, p.14)

De acuerdo con el autor, se busca que las personas participantes además de compartir información, trabajen en documentos en conjunto; de manera que participen en proyectos comunes, solucionen problemas y tomen decisiones colaborativamente.

Para lograrlo, la comunicación toma un rol fundamental en estos procesos de aprendizaje. Debido a que, en un escenario colaborativo, se producen intercambios de ideas para una coordinación orientada hacia la consecución de

objetivos compartidos. Bajo esta perspectiva, la argumentación, el debate y contraposición de ideas de los/as estudiantes con sus pares potencia sus aprendizajes individuales y colectivos. Por lo tanto, se debe de promover la construcción conjunta del conocimiento, aunado a un fomento de la interacción social del grupo de estudiantes (Keppell, et al., 2006).

Ejemplo aplicado en aula virtual universitaria

La pandemia por el COVID-19 implicó para muchos un repensar hacia alternativas de educación virtual que se adecuara a las necesidades y posibilidades del momento. Lo anterior en un contexto donde no se tenían diseñados los programas de los cursos para la virtualidad; y, además, en la que no se cuenta con profundos diagnósticos sobre las facilidades y acceso tecnológicos que tienen los/as estudiantes.

WINDOWS

Ante esta situación, y en aras, de asegurar una mayor participación e inclusión educativa del estudiantado según sus posibilidades; el diseño de actividades bajo una metodología de trabajo colaborativo de tipo sincrónico pareciera ser una solución viable en el corto plazo para los cursos universitarios teórico-prácticos que puedan ser adaptados. Es decir, aquellos que no requieran de equipos de laboratorio y otro tipo de materiales. Cabe resaltar que, para lograr esta inclusión, se requiere que los/as estudiantes cuenten con conexión a internet, pero, no exige, necesariamente, el hecho de que todos/as tengan una computadora; ya que pueden hacer uso de sus celulares o tabletas.

En este sentido, las herramientas tecnológicas representan ventajas para el aprendizaje colaborativo en tanto que permiten una interacción y comunicación entre las personas involucradas; a pesar de las distancias territoriales. Lo anterior exige un uso muy estratégico de las posibilidades que ofrecen las múltiples aplicaciones en línea. Por ejemplo, aquellas que permitan videollamadas grupales, chats en línea, mapas conceptuales colaborativos, documentos colaborativos, wikis, pizarras colaborativas, entre otras (Chávez, 2014).

Independientemente de cuál sea la herramienta tecnológica a emplear, la metodología de trabajo colaborativo demanda

cinco funciones claves de parte del personal docente. Cada una de estas funciones se explicarán a continuación con un ejemplo de actividad colaborativa sincrónica virtual realizado en el marco del curso Teoría Política Contemporánea I, de la Escuela de Ciencias Políticas, en la Universidad de Costa Rica, primer semestre del 2020. La unidad temática que fue evaluada en el ejemplo se denominó “Institucionalismo y Neoinstitucionalismo: Perspectivas teóricas”. La actividad consistió en construir de manera colaborativa una presentación mediante Google Drive, la cual fuera editable por las 37 personas matriculadas en el curso. La información de la presentación se completó a partir de estudios de caso.

Funciones:

1. Diagnóstico de la situación de conectividad y herramientas tecnológicas del estudiantado

A través de un formulario en línea, los/as estudiantes fueron consultados sobre sus condiciones de conectividad y posibilidades de uso de herramientas tecnológicas (computadoras, celulares inteligentes, tabletas). A pesar de que todos/as los estudiantes respondieron que contaban con celulares inteligentes, solo el 60% afirmó contar con computadora para el momento de la clase. Esto significaba que, en las dinámicas sincrónicas de clase, un 40% se conectaría con sus celulares; por lo tanto, no era posible que

Ilustración 1: Plantillas de trabajo para los estudios de caso

las 37 personas tuvieran la posibilidad de digitar texto al mismo tiempo. No obstante, bajo una lógica de trabajo colaborativo esto hizo que se trabajara en grupos de 5-7 personas mediante sesiones independientes (Breakout romos) por la aplicación Zoom, en las cuales contaran con al menos una persona que tuviera computadora en ese momento. Los/as demás estudiantes colaboraron a la discusión intercambiando ideas, o bien buscando información útil.

2. Definición clara de los objetivos de aprendizaje

Antes de la actividad sincrónica, los objetivos de la sesión fueron compartidos vía correo electrónico a los/as estudiantes. El principal era el estudiar las diferentes corrientes y perspectivas teóricas del neoinstitucionalismo; así como analizar sus alcances y limitaciones.

3. Diseño y planeación de las actividades

Antes de la actividad sincrónica, se compartió una lectura teórica que debieron hacer los/as estudiantes para la clase, así como los estudios de caso que se iban a trabajar. En este ejercicio se analizó la institucionalidad de casos exitosos de Economía Naranja. Para la actividad se crearon unas plantillas con dimensiones claves extraídas de la lectura asignada, con la intención de que los/as estudiantes identificaran en los estudios de caso elementos teóricos útiles. Las plantillas contenían títulos y subtítulos, pero el contenido de las mismas fue completado por los/as estudiantes en grupos (un grupo por cada caso). En la ilustración se muestra la portada, y los espacios del primer caso estudiado con algunas notas agregadas para facilitar su explicación en esta publicación.

El resultado fue una sola presentación Power Point con información de 6 casos distintos, editada por 37 personas. Durante la sesión sincrónica el trabajo en grupo en sesiones individuales duró 30 minutos, y luego los/as estudiantes procedieron a explicar la información de sus casos en una

sesión general. Este espacio se le dedicó también 30 minutos. Finalmente, en 10 minutos se desarrollaron conclusiones grupales sobre los alcances y limitaciones de la aplicación teórica realizada.

4. Manejo de las herramientas tecnológicas a utilizar.

La actividad implicó un manejo de parte de la persona docente de las herramientas tecnológicas utilizadas: la aplicación Zoom de videollamada grupal y su funcionalidad de sesiones o salas individuales y, el Power Point colaborativo a través de Google Drive, cuyo enlace para editar se compartió por el chat de Zoom.

5. Moderación, mediación y facilitación del proceso.

El diseño de la actividad hizo que se facilitara el proceso y que el trabajo colaborativo se realizara de manera fluida. Las funciones de moderación y mediación del proceso fueron más evidentes en la dinámica final de exposición y generación de conclusiones grupales sobre el proceso.

De parte del estudiantado hubo una gran motivación y participación durante el proceso. La totalidad del grupo manifestó haber disfrutado del ejercicio y, sintieron que, en el momento de ir completando colaborativamente las casillas en las diapositivas, pudieron comprender de una manera menos abstracta lo leído en la lectura asignada. Lo anterior hizo que interiorizaran la teoría, mediante la aplicación de la misma a casos concretos. Es decir, a través del “saber hacer”. Adicionalmente, los lazos de solidaridad entre compañeros/as se profundizaron, debido a que cada quien aportaba desde sus posibilidades.

Conclusiones de la experiencia y del trabajo colaborativo virtual

El trabajo colaborativo en las aulas potencia habilidades para el desarrollo profesional y personal del estudiantado. Entre las cuales se pueden mencionar: la promoción del

La pandemia por el COVID -19 implicó para muchos un repensar hacia alternativas de educación virtual

trabajo el equipo, las destrezas comunicativas y sociales, la capacidad de análisis, la toma de decisiones, el liderazgo.

Desde la virtualidad en las aulas universitarias, se consideran además otras ventajas asociadas al uso de las herramientas tecnológicas. Entre las cuales se pueden mencionar: el buscar y compartir información a través del Internet, la supervisión y el acompañamiento virtual que la persona docente realiza; y, la más importante, el fomento de competencias tecnológicas en el estudiantado.

Se considera además que este tipo de dinámicas potencia actitudes deseables en un entorno de aprendizaje constructivo, por ejemplo: el sentido de solidaridad, en un momento donde se conoce que no todas las personas cuentan con las facilidades de dispositivos electrónicos para trabajar en grupo. A pesar de ello, se crean sentimientos de pertenencia en donde cada uno de los/as estudiantes aporta desde sus posibilidades. Ello además estimula la motivación, la corresponsabilidad, y el respeto y la tolerancia. Estos últimos aspectos resultan de suma importancia en momentos donde las tensiones y angustias abruman al estudiantado y al personal docente en tiempos de COVID-19.

Fuentes de consulta
  1. Barros, B., & Verdejo, M. (2001). Entornos para la realización de actividades de aprendizaje. Inteligencia Artificial. Revista Iberoamericana de Inteligencia Artificial, 5(12), 39-49. Disponible en: http://dialnet.unirioja.es/servlet/oaiart?codigo=1254904
  2. Bretones, A. (2008). Participación del alumnado de Educación Superior en su evaluación. Revista de Educación, 347, 181-202.
  3. Chávez, V. (2014). Los Entornos Virtuales y el Aprendizaje Colaborativo. Revista PGI, 1, 13-17.
  4. Keppell, M., Au, E., Ma, A., & Chan, C. (2006). Peer learning and learning‐oriented assessment in technology‐enhanced environments. Assessment & Evaluation in Higher Education, 31 (4), 453-464.
  5. Lillo, F. (2013). Aprendizaje Colaborativo en la Formación Universitaria de Pregrado. Revista de Psicología – Universidad Viña del Mar, 1 (4), 109-142.
  6. Martínez, N. (2015). El trabajo en equipo como estrategia de aprendizaje en ambientes virtuales. Galindo, L. (Ed.), El aprendizaje colaborativo en ambientes virtuales (1era ed, pp.15-37). España: Centro de Estudios e Investigaciones para el Desarrollo Docente (CENID)
  7. Paz, V. (2000). Task structuring for online problem based learning: A case study. Educational Technology & Society, 3(3), 329-336.
  8. Santana, M., Rodríguez, J. y Artiles, J. (2019). Aprendizaje colaborativo: experiencia innovadora en el alumnado universitario. Revista de Estudios y Experiencias en Educación, 18 (36), abril, 269 – 281.
  9. Stoner, J., Freeman, R. y Gilbert, D. (1996). Administración. Sexta edición, México.
CARLOS MÁRQUEZ GONZÁLEZ