Buena salud, buena
comunicación y solidaridad

Idiomas

Ernesto Fernández González Angulo

Licenciado en letras inglesas y maestro en lingüística aplicada por la UNAM. Se ha desempeñado como asesor en línea del bachillerato a distancia B@UNAM y como asesor en la mediateca del CCH Naucalpan, en donde también ha impartido cursos de tecnología educativa.

ernestofernandezgangulo@gmail.com

En este texto abordaré tres retos fundamentales que he enfrentado al ejercer la docencia en las muy especiales circunstancias derivadas de la pandemia del coronavirus SARS-CoV-2. Estos retos conciernen a la salud, la comunicación y la desigualdad de recursos que padecen algunos alumnos.

El primer reto, por obvio que parezca, consiste en conservar la salud para poder impartir nuestras clases, ya sea de manera presencial o en línea, a la vez de proteger la salud de nuestros alumnos y sus familiares. Digo esto porque yo mismo me enfermé de COVID-19 en mayo del presente año, y tuve complicaciones que me hicieron estar internado seis días en el hospital de extensión del centro City Banamex. Tuve la gran fortuna de ser atendido a tiempo y de poder recuperarme de la enfermedad pese a presentar neumonía y un trastorno circulatorio. Sin embargo, algo que me impactó profundamente, fue que el mismo día que me dieron de alta en el hospital me enteré que un compañero maestro del plantel Naucalpan, amigo mío, había fallecido la noche anterior de COVID-19. En días posteriores y hasta la fecha me he ido enterando de otros lamentables decesos de compañeros del plantel o de sus familiares cercanos. También me enteré de que un alumno y tutorado mío estuvo hospitalizado por la misma causa y que varios de sus familiares sufrieron la enfermedad, aunque afortunadamente todos pudieron recuperarse.

Quisiera abrir aquí un paréntesis para agradecer y reconocer a los compañeros y directivos del plantel que estuvieron al pendiente de mi salud y mi recuperación, así como por sus muestras de apoyo a través de alentadores mensajes y llamadas.

R D SMITH

Por estos hechos, es indispensable que todos pongamos en práctica, con total seriedad, las medidas para mitigar el contagio y la progresión de la pandemia. Seamos solidarios con aquellos familiares, amigos o colegas que requieran de apoyo debido a la enfermedad o a la crisis económica y entablemos el diálogo con aquellas personas que por desinformación o indolencia no pongan en práctica las medidas preventivas como el uso de cubrebocas o la sana distancia.

Como docentes tenemos la oportunidad de educar no sólo a nuestros alumnos directos sino también a los miembros de nuestra comunidad inmediata.

El segundo reto es establecer una comunicación exitosa por medio de las vías disponibles. En cuanto me dieron el alta del hospital, retomé la atención a mis grupos. En lo personal, saqué provecho de mi experiencia como asesor en línea para el bachillerato a distancia de la UNAM, y básicamente usé plataformas como el Ambiente Virtual de Idiomas para

abordar los temas del curso para luego evaluarlos por medio de ejercicios sugeridos ahí mismo y por otras actividades de mi autoría. En esta etapa fue fundamental la comunicación por medio del grupo de inglés de Facebook, de Messenger y en algunos casos por Whatsapp. Cada cierto tiempo informaba a mis alumnos de su progreso en las actividades para que pudieran conocer qué actividades habían hecho ya y cuáles les faltaba hacer.

Por otra parte, utilicé también la plataforma de Microsoft Teams y el correo institucional, aunque debo reconocer que sólo una minoría del total de mis alumnos hicieron uso frecuente de estos recursos pese a la insistencia por mi parte de utilizar estas herramientas como las vías oficiales de comunicación y de envío de actividades.

Identifiqué numerosas dificultades para establecer comunicación con mis alumnos y tutorados. Entre las principales, quisiera destacar la falta de conexión adecuada a internet o de acceso a una computadora para poder trabajar las actividades. Tuve casos en que alumnos que carecían de ambos, pero tenían un interés real en seguir cursando la materia, usaban el celular de sus padres y utilizaban datos para poder acceder a internet y cumplir con las actividades.

En contraparte, tuve también casos en que ciertos alumnos, a pesar de contar con computadora propia y conexión wifi, hicieron muy pocas actividades y terminaron por abandonar el curso. Me di cuenta de esto porque, aunque no publicaban o comentaban nada en los grupos de Facebook que utilizamos para estar en contacto, sí hacían publicaciones constantes en su muros e historias.

Este tipo de situaciones nos plantea un gran reto: por una parte, a ser flexibles y solidarios con aquellos alumnos en circunstancias de desventaja y, por la otra, a buscar formas de alentar y motivar a los alumnos que, aun teniendo los recursos necesarios, no muestran interés por llevar a cabo las actividades solicitadas, ya sean sesiones en línea o actividades de tipo asincrónico.

Por mencionar solo un ejemplo, tuve el caso de una alumna de segundo semestre que estaba en riesgo de reprobar, pero, gracias a la comunicación que tuve con su madre desde antes de la pandemia, pude contactarla y encausarla a ponerse al corriente y acreditar la materia.

Al respecto, destaco la labor fundamental del tutor y del papel primordial que desempeña una buena comunicación tanto con el alumno como con sus padres, con el objetivo de lograr acciones sinérgicas que prevengan el ausentismo y la deserción, ya sea que el curso se desarrolle de forma presencial o a distancia.

Pese a mis esfuerzos por contactar a los alumnos y a sus padres y a mis exhortos a llevar a cabo las actividades en línea, reconozco que tuve un porcentaje de reprobación algo mayor al que regularmente registro cuando los cursos se desarrollan de forma presencial: de un 10% de reprobación, registré ahora un 18 por ciento, aproximadamente. Es decir que si en un grupo de 25 alumnos habitualmente hay 2 o 3 reprobados, en este ciclo unos cinco alumnos por grupo reprobaron u obtuvieron NP por no hacer las actividades asignadas.

En otro sentido, si bien es cierto que la labor de contactar a los alumnos y sus padres es prioridad de los tutores de grupo, dadas las circunstancias, invitaría a los profesores en general a contactar a sus alumnos incluso de manera más personal por medio de redes sociales o si es posible por llamada telefónica. También es cierto que debido al número de alumnos atendidos y por las cargas de trabajo generadas esto puede ser una labor titánica, pero se puede establecer un protocolo que permita identificar a los alumnos en riesgo y pensar en formas de comunicación factibles.

Por poner un ejemplo: un recurso que se utiliza a menudo en la asesoría en línea, es contar con distintos tipos de plantillas de mensajes para contactar a los alumnos, estos mensajes se clasifican de acuerdo a la intención del mismo, tales como mensajes de retroalimentación sobre ejercicios específicos, mensajes de aliento o felicitación, mensajes para

preguntar por qué no se han podido conectar, etcétera.

Estos mensajes se personalizan cambiando el nombre del alumno y algún otro dato pertinente, lo que evita que sean impersonales y genéricos.

Otro reto fundamental es adquirir y reforzar nuestras habilidades en el uso de las TIC y TAC. En primera instancia como docentes, pero también como guías e instructores de nuestros alumnos en el uso de éstas. En este sentido, me parece fundamental que al inicio del nuevo semestre, una de las primeras actividades sea que los alumnos accedan a su correo institucional y manden un correo a todos sus profesores, cuidando de guardar cuidadosamente sus datos de acceso. A la vez, dado que Microsoft Teams es la plataforma recomendada por la UNAM para el desarrollo de las actividades académicas en línea, también es esencial capacitar a los alumnos en su uso y explorar con ellos sus principales características tales como el chat, la asignación de tareas y las videoconferencias.

Por último, abordaré el tema de la desigualdad que afecta a una parte quizá minoritaria pero significativa de nuestros alumnos. En general, la mayoría cuenta con conexión a internet en casa y al menos con un celular smartphone con el que pueden acceder la mayoría de sitios y plataformas utilizadas por sus profesores. Los más favorecidos cuentan con su propia laptop o computadora, si bien muchos de ellos tienen que compartir este equipo con hermanos o con sus padres. Otra limitación puede ser el ancho de banda o capacidad del internet del que disponen. En ocasiones, es común que tanto el padre, algún hermano y el alumno, todos estén conectándose al mismo tiempo en una videoconferencia, lo que alenta la conexión y en ocasiones imposibilita trabajar adecuadamente.

A este respecto, una de mis mayores preocupaciones es la exclusión de estudiantes que carecen tanto de internet como de dispositivos adecuados para integrarse a la educación en línea. Me es inevitable pensar que algunos de los alumnos que no acreditaron mi materia en segundo semestre pero

CARLOS MÁRQUEZ GONZÁLEZ

Como docentes tenemos la oportunidad de educar no sólo a nuestros alumnos directos sino también a los miembros de nuestra comunidad inmediata.

que mostraron un buen desempeño en el primero, reprobaron simplemente porque no pudieron acceder a la plataforma ni hacer las actividades debido a carecer de acceso a internet. En estos casos, incluso implementando cursos de recuperación también en línea, habrá quienes simplemente no puedan siquiera enterarse de cómo van a ser evaluados por sus profesores. En este caso, considero que es indispensable unir esfuerzos con los padres de familia para poder proveer del equipo necesario a los alumnos, e inclusive alentar a los alumnos que reciben beca a destinar una parte de esta para poder contratar internet y/o conseguir un equipo de cómputo propio.

También hay que divulgar ampliamente las diversas maneras en que se puede acceder a los recursos. Por ejemplo, hay una opción para unirse a una reunión de Zoom que no requiere de conexión a internet. Simplemente se marca un número y se entra por medio de llamada telefónica. Este tipo de conexión, si bien presenta algunas limitaciones, al menos hace posible escuchar lo expuesto durante la sesión.

A modo de breve y modesta conclusión, hago una invitación a afrontar estas difíciles circunstancias por medio de acciones simples pero constantes. En primer lugar, a cuidar nuestra salud y la de los demás siguiendo con esmero las recomendaciones de las autoridades sanitarias, así como a llevar un estilo de vida saludable.

En segundo lugar, a poner en práctica una comunicación franca, pronta y empática que nos permita ganar la confianza e interés de nuestros alumnos y sus padres.

Finalmente, la historia nos ha mostrado que los mexicanos solemos manifestar nuestra nobleza y solidaridad cuando se presentan circunstancias extraordinarias como los sismos devastadores de 1985 y de 2017. Esta también es una oportunidad histórica para manifestar nuestro humanismo y lograr todos juntos salir adelante, logrando desde nuestra trinchera aprendizajes significativos que dejen marca en nuestros estudiantes de CCH a la vez que sorteamos los numerosos contratiempos que nos presenta esta pandemia.